El dolor es una alarma que nos indica que algo no está bien o no funciona bien en nuestro cuerpo e inicialmente actúa como un mecanismo de defensa de nuestro organismo pero su duración excesiva lo convierte en una enfermedad.
Comprender cómo se origina para abordarlo de manera más efectiva te va a brindar un mayor número de herramientas para recuperar una vida plena y sin sufrimiento.
¿Cuáles son las posibles causas del dolor?
Alguna vez, te has preguntado ¿cómo se origina el dolor en tu cuerpo? O ¿por qué persiste a pesar de probar múltiples tratamientos?
Existen muchas causas, desde los cambios en la estructura corporal y la inflamación crónica hasta la gestión de las emociones. Estos son elementos que si no se corrigen y se tratan tempranamente y de manera interdisciplinaria pueden incidir en que un dolor se vuelva crónico pero ¿cómo? Te lo explico:
- Cambios en la estructura corporal:
El sistema músculo-esquelético que está compuesto por huesos, músculos, articulaciones y tejidos conectivos es susceptible a lesiones, desgaste o enfermedades de tipo mecánico y/o inflamatorio. Estos cambios estructurales pueden ser el origen del dolor, limitando tu capacidad de movimiento y causando molestias persistentes.
Cabe aclarar que muchas de estas molestias también pueden tener su origen en un órgano interno, pero nuestro cuerpo al estar interconectado por la fascia (tejido que cubre todas las estructuras corporales) y el sistema nervioso produce una respuesta dolora a distancia y no directamente donde se produce la alteración y esto se conoce como: Reflejo o alteración viscerosomatica. Un ejemplo de reflejo viscerosomático es cuando duele el brazo durante un ataque al corazón (por esto cuando existe un dolor crónico de alguna estructura musculoesquelética que no cede al tratamiento es importante revisar la integridad y movimiento de los órganos).
Asimismo, el sistema nervioso juega un papel crucial en la percepción del dolor. Las lesiones o irritaciones nerviosas pueden desencadenar respuestas dolorosas anormales, como el dolor neuropático, mientras que la sensibilización central amplifica estas señales, contribuyendo a la persistencia del dolor en el tiempo.
Por otro lado, el sistema circulatorio, encargado de distribuir la sangre por el cuerpo, puede verse comprometido generando dolor debido a la falta de flujo adecuado en ciertas áreas, lo que determina menor oxigenación y nutrición de los tejidos.
2. Inflamación crónica de bajo grado:
La inflamación es una respuesta natural a lesiones o infecciones, sin embargo si persiste durante un mayor tiempo al esperado, o en este caso no ocasiona manifestaciones mayores hasta cuando no hay daños en la estructura, puede convertirse en un proceso crónico. A nivel celular y molecular, esta inflamación persistente juega un papel clave en la generación y mantenimiento del dolor, perpetuando las señales dolorosas y causando molestias constantes.
3. Gestión de la emoción:
Las emociones tienen un fuerte impacto en la percepción del dolor. El estrés, la ansiedad o la depresión, pueden intensificar la sensación de dolor creando un círculo vicioso difícil de romper. A su vez, el dolor crónico puede tener un impacto significativo en el bienestar emocional, generando un ciclo dolor-emoción.
¿Qué tipos de tratamientos existen?
Tratamientos hay múltiples y muy variados: tratamientos médicos no invasivos e invasivos, alopáticos y alternativos o complementarios, terapia manual, rehabilitación, manejo y gestión de la emoción, terapia ocupacional, psicología, entre otros.
Sin embargo, darle una mayor importancia al autocuidado como primer eslabón en el mantenimiento de la salud y el bienestar, es prioritario para mantener cambios que se traduzcan en calidad de vida sostenibles en el tiempo como: el ejercicio regular, una dieta balanceada, una buena hidratación y el descanso adecuado. Pilares fundamentales para reducir la inflamación y fortalecer el cuerpo.
Para alcanzar el mayor estado de bienestar posible, eliminar el dolor y el sufrimiento, es crucial abordar todas estas causas desde diferentes perspectivas, de manera interdisciplinaria y con tratamientos complementarios.
Recuerda que al reducir y aliviar el dolor, recuperamos la capacidad de disfrutar de nuestras actividades diarias, permitiéndonos así cumplir nuestros anhelos y vivir una vida más plena y satisfactoria.